jueves, 21 de junio de 2012

Yo sin mí.

Más triste que los versos de Neruda,
como un amante sin la luna en las noches de Paris.
Como Dalí sin Gala como Dalí sin Dalí.
Como un poeta sin sueño ni ganas de escribir.
Como un terrorista en una iglesia como un hippie en una mansión.
Más absurdo que una canción de amor después del amor.
Como Serrat sin Sabina, como Sabina sin la soledad.
Como Silvio sin guitarra, como Jara sin libertad.
Como una monja sin domingos, como una bomba sin maldad.

Olvida la herencia del miedo.

Se la mujer que quieres ser,
cambia de nombre,
come con la izquierda,
tiñe tu cabello,
alejate de la lumbre del hogar,
que da calor, pero a veces quema.
Acorta tu falda,
puebla tu piel de gaviotas,
se dueña de ti,
viste a pijos, desnuda a macarras.
Disfruta del placer de la soledad.
Preocupate del único ser que te pusieron a cargo,
divorciate de tus padres.
Vida y libertad es lo único que necesitas para ser feliz. La única herencia que deberías aceptar: la vida y la libertad.