Dios nos dotó de un infierno y un paraíso particular para ahorrarse después el tedioso trabajo jurídico. Un amor puede convertirse en tu Edén mientras esté contigo, pero prepara tu alma y tu carne para las inclemencias del Hades de su ausencia. Somos libres de elegir, somos nuestra salvación y verdugo.

Amarte es una buena forma de jugarse la vida.

He encontrado a la mujer de mi vida, por desgracia, ella sigue buscando.

Y entonces Ariadna suelta el hilo...

Ojalá pudiera salvarte de la vida.

Tengo la necesidad de sentir ese tipo de derrota que aparece cuando uno ama, ese gancho directo al estómago que te dice que estás perdido y sabes inmediatamente que caerás rendido a sus pies.
Pero no estoy ahí para pedirte tregua y evitar que mis huesos se quiebren por tanto amor, no estoy ahí para verte sonreir en el centro mismo del silencio.  Ahora que ya no recuerdo tu voz, te contemplo con la nostalgia de quien mira una estrella y sabe que ha muerto.

El límite de sus manos sobre mi rostro me recuerda que no he perdido el paraíso.

Paraíso

En realidad, el paraíso no nos fue vedado,
se fragmentó en misteriosos momentos y secretos espacios,
es difícil nacer y no encontrarse por un momento en el paraíso.
Mi deber y el tuyo es descrubir y reconstruir aquel Edén que se bifurca bajo nuestros pies.

Describir lo que el amor produce en nosotros es crear con palabras una imagen que ningún espejo refleja. Aquello que nos da la vida o la continua muerte.

Todos merecemos morir alguna vez en la vida.

En la palabra amor estas tú, como el centro en un círculo infinito. 

Al querer encontrar mi destino encontre sin querer el camino que dibuja tu espalda.