Deja un beso ardiente en la almohada que sepa a verdad y queme el tiempo.
Suelta una palabra que sangre y muera al terminar. Deja que tus santos y tus héroes no te escuchen esta vez.
Posa en mis manos tu vida y déjate llevar.
Deja que el silencio nos invada y el olor a fresas descanse en tu blanca piel.
Dejemos que hoy nuestras almas vuelen si ataduras ni trampas y que vuelvan con los rayos de sol que se cuelan por la ventana.
Dejémonos de preocuparnos y amémonos sin tiempo, sin remedio, sin palabras.
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